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A medida que el mundo se cerró debido a la pandemia de COVID-19, muchas fábricas cerraron con ella, lo que provocó que los suministros necesarios para la fabricación de chips no estuvieran disponibles durante meses.
El aumento de la demanda de productos electrónicos de consumo provocó cambios que afectaron a la cadena de suministro. Los pedidos comenzaron a acumularse a medida que los fabricantes luchaban por crear suficientes chips para satisfacer los nuevos niveles de demanda. El retraso comenzó a crecer y crecer.
Algunas empresas de automóviles, como Ford, tienen que predecir la cantidad de chips que necesitarán para producir sus automóviles y solicitarlos por adelantado a uno de los fabricantes de chips. A partir de ahora, puede tomar al menos medio año para que llegue un pedido de chips, dice Penfield. La demanda actual de chips es tan grande que los fabricantes no pueden producir suficientes chips para satisfacerla en este momento, lo que significa que los consumidores pronto verán precios más altos por menos productos.
Pero el problema no era solo la fabricación. A medida que COVID avanzaba por Asia, los puertos cerraron, a veces durante meses. Alrededor del 90 por ciento de los productos electrónicos del mundo pasan por el puerto de Yantian en China, y recientemente se cerró, dejando cientos de portacontenedores esperando para atracar.
Una vez que los puertos volvieron a abrir, surgieron cuellos de botella debido a la acumulación de artículos que esperaban ser enviados. Muchas partes de la cadena de suministro de transporte no tienen la capacidad para manejar esta acumulación, o la escasez de mano de obra que se ha estado produciendo, hundiendo la cadena de suministro en una mayor crisis.
La pandemia provocó un aumento explosivo de la demanda de dispositivos. La gente estaba en casa, usando más tablets, teléfonos y otros dispositivos de transmisión que nunca, y la necesidad se disparó más allá de lo que los fabricantes podían ofrecer.
Las malas decisiones de la industria de la automoción también se sumaron a la escasez. Cuando comenzó COVID, muchas empresas cancelaron sus pedidos de chips porque asumieron que la economía estaba a punto de sufrir un golpe prolongado. Las empresas de automóviles, en particular, cancelaron pedidos, por lo que las empresas de chips cambiaron a fabricar chips para productos de consumo, intentando satisfacer la demanda explosiva causada por la pandemia.
Habiendo rediseñado sus plantas para fabricar chips para bienes de consumo en lugar de automóviles, se produjo una escasez de chips para automóviles.
No hay muchas plantas de fabricación de chips en el mundo, y las pocas que estaban en funcionamiento durante la pandemia estuvieron sujetas a una serie de eventos climáticos desafortunados que retrasaron aún más el proceso de fabricación.
La planta japonesa de Renesas (Renesas Electronics Corporation), que produce casi un tercio de los chips utilizados en los automóviles de todo el mundo, resultó gravemente dañada por un incendio, mientras que las tormentas invernales en Texas obligaron a algunas de las únicas plantas de chips de Estados Unidos a detener la producción. La producción de estos chips también requiere mucha agua, y la sequía severa en Taiwán también ha afectado la producción.