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Un turbocompresor, también conocido como turbo, es un sistema adicional utilizado por los fabricantes de automóviles para aumentar la potencia del motor.
Los turbocompresores se usan comúnmente para entregar el mismo nivel de potencia en autos más pequeños que generalmente se encuentra en autos más grandes.
Casi todos los fabricantes ofrecen ahora un modelo turboalimentado en su gama. Esto significa que pueden fabricar motores más pequeños que producen la misma potencia, al mismo tiempo que aumentan la eficiencia del combustible.
Ford reemplazó hace unos años su antiguo motor de gasolina de 1.6 litros con la nueva unidad EcoBoost turbo de 1.0 litros.
Para que el motor de un automóvil produzca la energía que impulsa las ruedas, combina aire y combustible. Los turbos introducen más aire en la mezcla usando el escape para hacer girar una bomba de aire (o compresor).
Luego, la bomba de aire empuja aire adicional hacia los cilindros del motor, lo que le permite quemar más combustible por segundo y producir más potencia que una unidad de aspiración normal.
Los turbocompresores funcionan a velocidades increíblemente altas (hasta 250.000 rpm), lo que significa que funcionan bajo enormes presiones y temperaturas. Normalmente, un turbocompresor va acompañado de sistemas de refrigeración para enfriar el aceite y el aire caliente.
Hay una serie de señales que puedes observar para saber si tu turbocompresor se ha fundido:
Si notas que tu automóvil no acelera con tanta fuerza como solía hacerlo, o que reacciona lentamente a su entrada, esto podría ser una señal de que su turbo está fallando.
De manera similar, un automóvil con turbocompresor que lucha por mantener altas velocidades o que no puede alcanzar las velocidades que alguna vez pudo estar experimentando un fallo en el turbo.
Una de las ventajas no esperadas en un turbocompresor es que en realidad hace que el motor sea más silencioso porque amortigua el sonido de la entrada de aire.
Sin embargo, si comienzas a escuchar un ruido fuerte y quejumbroso, un poco como el taladro de un dentista o la sirena de la policía, es un síntoma potencial de fallo en el turbo.
A medida que el problema se agrava, el ruido aumentará. Si notas un “llanto” en el motor, pide a tu mecánico de confianza que le eche un vistazo al coche.
Cuando el aceite entra en el sistema de escape, produce un distintivo humo azul / gris a medida que se quema. Esto podría deberse a una grieta en la carcasa del turbo o que los sellos internos se han dañado.
Si este síntoma es causado por el turbocompresor, es más probable que aprecies estos humos descoloridos a medida que las revoluciones del motor aumentan poco después del ralentí.
Los diagnósticos por ordenador en la mayoría de los coches modernos pueden detectar fallos del turbo. Normalmente, en estos casos, la luz de verificación del motor aparece en el cuadro para notificar al conductor.
Sin embargo, la luz de verificación del motor no solo indica un fallo del turbo; necesitarás una visita a tu mecánico de confianza para realizar más verificaciones para diagnosticar la naturaleza exacta del problema del motor.
Los turbocompresores son extremadamente confiables. De hecho, menos del 1% de las inspecciones de garantía encuentran un problema en el mismo turbo; en cambio, los turbos fundidos son habitualmente el resultado de problemas con la lubricación del motor o la introducción de objetos extraños.
El aceite de motor es esencialmente la “sangre” de su automóvil. Funciona para lubricar las piezas móviles clave, protegerlas de la corrosión y mantenerlas frías mientras están en uso.
En cuanto al turbocompresor, necesita un flujo constante de aceite limpio y de calidad. La falta de aceite, el grado incorrecto del mismo o la calidad de éste, conducirán a la acumulación de contaminantes en el motor, pudiendo causar daños abrasivos en el interior del turbo.
Es importante que el aceite del motor y el filtro de aceite se reemplacen en los intervalos recomendados por el fabricante.
Si los sellos entre el compresor y el motor se desgastan o agrietan, el aceite se filtrará al sistema de escape. Como resultado, el turbo tiene que trabajar más para aumentar la presión del aire.
Este problema también se conoce como exceso de velocidad. En última instancia, reducirá la eficiencia y el impulso proporcionado por el turbo.
Un turbocompresor se compone esencialmente de dos componentes fundamentales: el compresor en la parte delantera y la turbina en la parte trasera.
A veces, objetos extraños como partículas de polvo, suciedad, hojas y piedras pequeñas pueden ingresar al turbo, ya sea a través de la entrada del compresor o de la entrada de la turbina.
Si el objeto extraño entra en la carcasa del compresor, a menudo proviene del filtro de aire. Por el contrario, si el objeto extraño provoca daño en la turbina, el problema generalmente se origina en el motor mismo.
La eficiencia del turbo se reducirá si objetos extraños comienzan a dañar las ruedas del compresor o las paletas de la turbina. Para evitar que esto suceda, el filtro de aire debe ser revisado y reemplazado con regularidad. También debes revisar su turbo en busca de desechos.
Los turbos están diseñados para durar toda la vida útil del vehículo (o alrededor de 250.000 Kilómetros); sin embargo, es posible que se desgasten con el tiempo dependiendo de la fuerza con la que conduzcas el coche y de la calidad de fabricación original del turbo.
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